lunes, julio 16, 2007

Historia de la ciudad de Soria

Publicado en http://valonsadero.com (whis)

En el monte Valonsadero se han encontrado pinturas rupestres con representaciones esquemáticas de figuras humanas, de animales y plantas, y que parecen haber sido realizadas por los habitantes de estos parajes entre los años 3.000 y 2.000 a. de C.

Cercana a Soria, en término municipal de Garray, se encuentran los restos de la ciudad de Numancia. Hasta la fecha, los restos más antiguos allí encontrados datan del Bronce Medio y de la primera Edad del Hierro.

No obstante, el origen de la ciudad hay que buscarlo en la repoblación que Alfonso el Batallador llevó a cabo hacia el 1110, tras reconquistar estos territorios a los musulmanes. Casi a un tiempo se establece también la orden militar de San Juan del Hospital, que consigue su primer fuero de manos de Alfonso el Batallador. Sin embargo, tras la reconquista, la ciudad siguió siendo escenario de luchas fratricidas, esta vez entre los reinos cristianos por su importante enclave estratégico, y poco después pasó a manos castellanas al ocuparla Alfonso VIII el Emperador, quien le concedió el Fuero extenso en 1214. Ese mismo año, según la tradición, San Francisco de Asís visita Soria y funda un monasterio.

La ciudad estuvo vinculada a la Mesta desde el principio de la creación de esta sociedad, pero la inestabilidad política siguió afectando a Soria hasta la llegada de la dinastía Trastamara al poder, aunque las luchas nobiliarias por el control del poder siguieron produciéndose. Durante todo este tiempo se asentaron gentes de diversa procedencia, creando sus propios barrios (dentro del perímetro del castillo) y separándolos unos de otros por parcelas de cultivos. Además, cada uno de estos grupos construyó sus iglesias. En 1270 existían ya 34 barrios o callaciones.

En 1288 don Sancho el Bravo se refugia en Soria esperando el ataque de los Cerda, defensores del rey Pedro de Aragón. Ocho años más tarde, tras la muerte del rey Sancho, los infantes de Cerda se apoderan de la ciudad.

Durante la Edad Media prosiguen las luchas para la consolidación de los reinos cristianos y de las familias de nobles que querían hacerse con el poder. Entre otros actos bélicos y de represalias está el de la rebelión contra Alfonso XI en la figura de su privado Garcilaso de la Vega, a quien los sorianos dieron muerte en la iglesia de San Francisco, con el consiguiente castigo del rey a los culpables.

En época medieval Soria tuvo una gran importancia tanto política como económica: en la ciudad se celebró la boda entre Juan de Castilla y la infanta Leonor, que sellaba la paz con Aragón firmada en la Paz de Almazán de 1375; el matrimonio entre Leonor y el infante Carlos de Navarra, y varias convocatorias a Cortes, entre ellas, las de Juan I a finales del siglo XIV, en las que se dictan las normas relativas a la población judía. A este respecto, la ciudad (desde su repoblación) era mayoritariamente cristiana, pero paulatinamente comenzó a crecer la judería, que se convertiría en una de las mayores de la provincia. La población judía se dedicó especialmente al comercio de paños y de ganado, así como de vinos y aceite. La expulsión de los judíos, en 1609 afectó enormemente a la ciudad, ya que supuso un notable descenso demográfico.

Poco antes de entrar en la Edad Moderna, Soria ya conocía un modo de gobierno peculiar: el Concejo, presidido por un juez, 18 alcaldes caballeros, e igual número de jurados, designados cada uno de ellos por los habitantes de cada barrio. Este fue el origen de los Doce Linajes, las familias de nobles que con el tiempo alcanzaron las posiciones de mayor poder político en la ciudad.

Con el fin de la Mesta termina también la época de esplendor de Soria, ya que la rama soriana fue la más importante de las que integraban la Hermandad. Pese a todo, Soria vivió una gran época de esplendor desde el principio del Renacimiento, y muestra de ello son el gran número de palacios señoriales que surgieron por esa época, muchos de los cuales aún se conservan.

Durante la guerra de Sucesión Soria fue partidaria de Felipe V, aunque la ciudad no obtuvo grandes recompensas por su fidelidad a los Borbones. Durante la guerra de la Independencia el ataque de los franceses provocó que los propios sorianos se sublevasen contra las tropas invasoras y para ello destruyeron parte del entramado defensivo de las murallas y el castillo de la ciudad. Ya en ese siglo el declive demográfico es patente, y será una de las dolencias de la provincia hasta las fechas actuales.


PERSONAJES ILUSTRES

Numerosos sorianos han destacado a lo largo de la historia en diversas áreas de la cultura, las ciencias o la política, pero también muchos otros personajes ilustres han amado las tierras sorianas como si se tratase de la propia. Basta recordar cómo Soria inspiró a Machado, Bécquer, Gerardo Diego, o cómo Ortega y Gasset, Unamuno o Valle Inclán pasaron grandes periodos de tiempo en la provincia, de la mano del que fue con frecuencia su anfitrión ilustre americanista soriano José Tudela.

Como en todas las épocas han existido sorianos ilustres, valga la mención de unos cuantos, con la aclaración previa de que se trata de apenas una pequeña muestra de todos ellos:
González de Beteta fue embajador en Roma de los Reyes católicos; Fray Francisco de Soria, confesor de doña Violante; Clemente Sáenz García, geólogo e historiador del siglo XX. Siglos antes ya destacó la figura de Fray Tomás de Berlanga, que formó parte del consejo asesor del primer viaje de Colón a América. Un gran estudioso de temas geográficos, naúticos y de historia natural, que luego ampliaría en sus propios viajes por las tierras del Nuevo Mundo, donde descubrió las islas Galápagos.

Juan Antonio Gaya Nuño, que como crítico de arte e historiador publicó numerosos libros y artículos en revistas especializadas, y que también publicó unas cuantas novelas, entre las El Santero de San Saturio destaca por ser una de las más conocidas por los sorianos. Lorenzo Aguirre fue un destacado experto en leyes y un colaborador asiduo en diversos periódicos y revistas. Su nieto Blas Taracena y José Tudela, dedicaron prácticamente toda su vida a estudiar la historia de Soria. El primero fue además director del museo Numantino desde su fundación, y ambos excavaron y estudiaron minuciosamente los restos hallados en Numancia. Taracena fue también director del museo Arqueológico Nacional.

Por su parte, José Tudela repartió la mayor parte de sus trabajos entre la temática soriana y la americana, de la que fue un gran investigador. Tudela fue subdirector del Museo de América desde su fundación y director del Museo Etnológico de Madrid, entre otros. Además de publicaciones sobre sus estudios, también fue un asiduo colaborador en periódicos y revistas de ámbito nacional.

Antonio Pérez-Rioja fue cronista de Soria y comisionado para el traslado de los restos de Cristobal Colón de América a Sevilla. Su sobrino-nieto José Antonio, fundador del Centro de Estudios Sorianos (adscrito al CSIC), y ha presidido y dirigido la revista etnográfica Celtiberia. Su producción bibliográfica es muy extensa, más de 2.000 artículos y 44 libros de temática variada: filología, arte, historia… José Antonio Pérez Rioja ha publicado también un libro que bajo el título Apuntes para un dicccionario bibliográfico de Soria, es de gran utilidad para conocer con gran minuciosidad a muchos otros personajes ilustres, sorianos o relacionados con la provincia, pasando desde guerreros numantinos hasta personalidades contemporáneas.

Ver artículo completo en:
http://valonsadero.com/html1/historia/index.php

Ver también HISTORIA DE SORIA (en www.soria-goig.com)
http://soria-goig.com/historia/index.htm


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