domingo, junio 25, 2006

¿Casa de los artisqué?

Artículo de Silvano Andrés de la Morena publicado el 17/11/2005 en HeraldodeSoria.es (wart wartp warq wurb)

Quede claro que no pretendo ser un aguafiestas, sino que, tomando la idea por su raíz y aprovechando el principio de libertad de pensamiento y creación en todo arte, intuyo que ese enunciado de "Casa de los Artistas" suena, cuando menos, sospechoso, fatuo y ambiguo. De entrada, sería conveniente que los señores del Ayuntamiento de Soria nos definieran lo que para ellos es un "artista", pues visto el proceso histórico de nuestras autoridades domésticas, municipales y provinciales, por su desmedido aprecio ideológico, político y "artístico" hacia la libre creación, uno se puede esperar cualquier sorpresa. Por otra parte, puestos a acondicionar hogares para los desamparados artistas de Soria, habría que empezar a pedir parecer sobre el proyecto municipal a todos ellos, para saber, de entrada, si creen que esa idea tiene algún sentido y, en caso afirmativo, para discriminar con claridad qué objetivos se propone el Consistorio, qué tipo de control pretende ejercer, qué condiciones se imponen, qué ámbitos de actuación se les reserva o incluso qué se les exigirá, desde el punto de vista productivo. Y, lo siento, pues el arte sabe mucho de eso, no basta con que ahora se nos diga que habrá libertad no se sabe muy bien para qué, pues libertad es una palabra maltratada desde fuera del arte y hoy cada vez más se la esclaviza en nombre de la seguridad. ¿De verdad a cualquiera que sabe algo de lo que es el proceso creativo no le asalta la sospecha de que una institución que se gasta una millonada no vaya a poner sus cartas sobre la mesa?

Dos aspectos diferentes, en absoluto necesariamente unidos, aparecen en este proyecto. Por una parte, la idea de encontrar un lugar en el que coincidan, en presencia física y comunión celebrante, todos los artistas sorianos y, en segundo lugar, la rehabilitación del edificio adosado, un pegote artístico, por cierto, a la iglesia de la Mayor. Empiezo por el segundo. Mi idea personal ha sido muy clara desde que tenía uso de razón y mis ojos empezaron a saber gozar de la plaza Mayor de Soria, de manera especial cuando la miraba desde la esquina de la calle Fuentes: lo mejor que se puede hacer con esa finca es hacerla desaparecer, liberando así la iglesia en su totalidad, para contemplación general de sorianos y forasteros, y dejar al descubierto su construcción originaria por la calle Mayor y Carbonería. A esto añado que, si la idea ha sido la excusa para dar una salida urbanística, con una nueva funcionalidad, a ese edificio que tapa la iglesia de la Mayor, se podrían haber buscado alternativas. Habría resultado un detalle que el Ayuntamiento, tan preocupado ahora por lo creadores, hubiera empezado por pedir parecer sobre esto a los artistas sorianos, con preguntas como ésta: ¿se tira ese edificio o se deja que siga tapando la iglesia? Ya se hablaría más tarde de la necesidad de la "Casa de los artistas". Necesidad, y me centro en el primer punto, que, a mi parecer, se resuelve en este enunciado: la mejor casa de los artistas es la que no existe. Para empezar, fijémonos en la denominación: "Casa de los artistas". Conocemos la existencia de la "Casa del pueblo", de la "Casa del agricultor", de la "Casa de la pradera" o de "Casa Paco", a modo de ejemplo. Pero, ¿"Casa de los Artistas"? ¿Correría el peligro de convertirse en un teleclub de los sesenta, pero renovado, si se permite caricaturizar el asunto?

Puede sonar muy atractivo, acertado y casi revolucionario eso de que un Ayuntamiento cree un espacio "liberado" para que todos los "artistas sorianos" (denominación, por otra parte que habría que precisar en su alcance) hagan lo que les plazca en sus intercambios promiscuos, aunque pueda acabar como espacio de juego de cartas y otras lindezas lúdicas como pura prolongación de un Tubo doméstico. ¿A qué modelo responderá? ¿Al de los ateneos libertarios del pasado? ¿Será un centro cultural ex novo donde se junten, en pacífica asociación y comunidad corporativa personas que creen vivir en su torre de marfil, intentando superar el inveterado espíritu individualista soriano? ¿Y quiénes son esos artistas? ¿Los pintores, los escultores, los músicos y los poetas? ¿También los grafiteros y los alternativos, por ejemplo? ¡A ver cómo se logra hacer compatible la denominación artista, en su significado convencional, más oficioso y rancio, con el que se niega a ser calificado y clasificado, demostrando su rebeldía contra toda definición estrecha y formalista lanzada desde el poder!

¿De verdad se piensa que eso servirá para dinamizar la parte vieja de la ciudad? ¿Acaso no está ya concentrado casi todo el espacio cultural a veinte metros, en el Centro Cultural de la Audiencia? Si lo que se quiere es dar vida de verdad a ese Casco Antiguo, que las administraciones rehabiliten casas de esa zona y las cedan a los "artistas" por un precio, condiciones y tiempo pactados entre todos. De esa forma se poblaría una serie de calles con edificios en estado de ruina y el paisaje urbano cambiaría de figuras. Incluso no sólo para viviendas, sino también para talleres dirigidos a artistas jóvenes, que es en los que hay que pensar, no en los que ya están consolidados, que, además, suelen contar con medios suficientes. Imaginen unos cuantos talleres distribuidos por las diferentes calles de esa parte de Soria, a los que se exigiera como contrapartida la exposición pública de su obra en periodos determinados.

Ésta es mi opinión, que sólo busca una contribución personal al tema, desde la absoluta libertad a la que apela el Ayuntamiento al presentar públicamente el proyecto. Ojalá sirva para generar otras manifestaciones públicas y enriquecer la idea. Será la forma de empezar un intercambio serio sobre el arte, su ubicación, el proceso creativo compartido y el papel de las instituciones en todo ello. Instituciones, no olvidemos, dirigidas por políticos (y aquí no hago distinción) que tienen sus propios objetivos. Se trata de seguir diferenciando con claridad la antigua tesis de servirse del arte para... o hacer que éste sirva a toda la sociedad, en un proceso libre y sin límites de creación. La única linde del arte vive en su propia capacidad intrínseca, no en la política ni en la moral. Nulla aesthetica sine ethica y también, nulla ethica sine aesthetica. Con los dos principios, a pesar de todo y sin esconder la cabeza bajo el ala, brindo mi firma para cualquier menester, incluso sin osar guarecerme bajo el paraguas de la voz "artista" y sin mostrar simplicidad complaciente, es decir, acción antiartística.

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http://www.heraldodesoria.es/opinion/editorial_consulta.html?codigo=4882&fecha=2005-11-17&seccion=soria&numero=1&usu=
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